El ser humano, un poquito más evolucionado que un orangután.

Escrito por: Carlos Arturo Moreno De la Rosa

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“Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros”
Groucho Marx

Habrá que replantearnos el lugar del ser humano, su ser-en-el-mundo. Últimamente se ha venido  sobrestimando la posición existencial de lo humano. Para explicarnos muchas de las conductas del hombre como tal, deberíamos partir de una premisa lógica, básica y simple: somos unas bestias y como tales deberíamos partir de ese principio. “U-uu a-a” (léase como onomatopeya del chimpancé).

Continuamente llegan a preguntarme madres de familia angustiadas el por qué  sus hijos no hacen caso, pues déjeme decirles señoras que sus hijos no hacen caso y no harán caso y nunca harán caso; me gustaría decirles que deberán aprender a vivir con ello. O simplemente cuando me preguntan: “oiga psicólogo, mi hijo se porta mal, ¿qué le digo para que ya no se porte mal?” Pues dígale que se porte bien, alcanzo a decir solamente para mis adentros, al puro estilo de la Navaja de Occam, y cobrar por ello quinientos pesos, que al cabo ese es el juego que los adultos jugamos; el paciente que deposita en su psicoterapeuta toda la fe de su cambio, ya que es el “Sujeto que se Supone que Sabe”.

También es muy común el caso de las señoras que se quejan de su marido: “Señora, -le digo, o pienso decirle, – tiene de dos sopas, o lo deja y con ello deja de quejarse o se queda con él pero también debe de dejar de quejarse ya que usted está decidiendo quedarse con él”, osea uno no entiende a esas señoras que por todo se quejan, tan sencillo es mandar a su macho a chingar a su madre, pero no, allí están quejándose de la amarga existencia.

El ser humano es un animal y como tal habrá que tratarlo, a los niños se les condiciona para que sean funcionales en una sociedad determinada, entonces ¿por qué existen los problemas? Uno no se explica las aberraciones que a diario salen en el periódico como por ejemplo la muchacha que mató a su mamá o el padre de familia que tortura a su hija o la mujer que asesina a su pareja. O una de dos, o estos casos confirman lo que aquí comento, en el sentido de que son unas bestias que no fueron cabalmente socializados o simplemente no alcanzan a ver el lugar existencial que ocupan en el mundo.

Habrá que cambiar de filosofía, habrá que desmitificar esa concepción metafísica que se tiene de lo humano, habrá que des-angelizar a la bestia, hay que reconocer al hombre tal cual es; somos unas bestias, somos un poco más evolucionados que cualquier orangután, pero allí está en detalle, somos solo “un poco más evolucionados” la cuestión radica en eso precisamente, en el “un poco”.

Imagino un orangután manejando, o un orangután educando a sus hijos, un orangután cortejando a su pareja. Seres humanos jugando a que ya no son bestias, a que ya no son orangutanes, a que ya no se comunican por medio de fugaces sonidos guturales y que se han inventado todo un vocabulario complejo para designar a las cosas y sus significados.

Eso es lo que somos, unas bestias jugando a ser sujetos sociales, jugamos a vivir bajo una ética sin sustento, jugamos a perpetuar la civilización cuando en realidad somos unas simples bestias jugando un juego perverso, un juego de disfraces, un juego en donde gana el que tenga la mejor máscara, el que sea mejor “persona”, (persona, del griego máscara).

Se hacen muchos intentos por parte del Estado a través de sus instituciones para poder “controlar a la bestia” para que el juego de la “Civilización” continúe. Sabemos que la Civilización es una farsa y como tal hay que preservarla, primero lo hizo la religión, luego el humanismo, luego el laicismo y su escala de valores, luego la ciencia nos prometió que nos salvaría, pero a estas alturas la Sociedad se está resquebrajando, la Sociedad se está yendo al traste, en pocas palabras la Sociedad está “valiendo madres”; las instituciones que antes daban sustento a cualquier cultura ahora se tambalean; la Iglesia, la Educación, la impartición de Justicia, la Familia, el matrimonio, todo se está restructurando, y para que se re-estructure es necesario desvalijarla, tumbarla, derruirla y volver a construir.

¿Y qué con esto? Nada, no propongo una teoría, no propongo una solución, mucho menos un cambio utópico, simplemente describo lo que pasa, lo que acontece, la “naturaleza artificial” de la que somos parte; Nietzsche dijo “Humano, demasiado humano”, ahora diría “Bestias, demasiado bestias”.

 CarlosLector